Bien, este thread tiene por fin tener un espacio donde puedan satisfacer sus necesidades literarias... o sea, puedan escribir cuentos, historias, etc... lo que deseen. No hay ningún tipo de restricción respecto a las historias, ni nada(incluso, pueden separarlas en capítulos, si son largas, etc...)(cabe preguntarse... ¿qué hago haciendo esto?... culpa del insomnio, quizás... no lo creo)
Bueno, espero que se prendan algunos con algún post...(¿espero esto en semana de parciales y finales?) yo empiezo...
aviso: esto es producto del insomnio. Si son sensibles, no lean esto... están avisados

Sombra de una eternidad:

Prólogo:

''Era un día oscuro. Llovía... las gotas de agua caían con intensidad, cortando casi el rostro. Como era natural, tenía que llevar a cabo mi trabajo... entré al edificio, y exploré todo. El equipo de investigación nada pudo concluir. Ya luego de estudiar el entorno del accidente, optamos por ir directo al cuarto donde había ocurrido... abrí la puerta, para ver lo que esperaba; un cuerpo inanimado, sentado sobre una silla. Miré la cerradura; no parecía haber sido forzada. La ventana estaba intacta. Los muebles parecían haber permanecido así por siempre. El cuarto estaba impecable. O sea, no había nada fuera de lo ordinario... acaso, eso era lo extraordinario.
-¿Cuál es la causa de muerte?-pregunté.
-Es raro... pero no hay señales de ataques ni nada. No hay marcas... nada... y toda la habitación parece no haber sido tocada.
-Esa expresión... parece mostrar cierto sufrimiento... y dolor profundo... ¿no le han hecho nada al hombre?
-No... parece una muerte natural... su cuerpo, aparte, murió recientemente. No le damos más de unas 3 horas.
-...¿y no tenía ninguna enfermedad ni nada terminal?
-no... según el historial clínico, no. Era un hombre sano.
-Bueno... que hagan la autopsia. Necesitamos saber la razón de la muerte.
-¿por qué está tan interesado, inspector? ¿y si fue una muerte natural? ¿o una sobredosis de algún medicamento?
-Digan después los resultados...-dije, y me retiré.
El hombre, un tal Eric Galdar, era un empresario, de 60 años. Tenía algunos vínculos con empresas importantes, con lo de ser un crimen usual, sería por alguna relación laboral. Pero no; estaba convencido que no era así. Un caso similar se me había presentado hacía cosa de 5 años, y no había podido dar con un asesino, ni siquiera un posible candidato. ¿Por qué pensaba que era un homicidio? ¿Tenía que tener todo una razón compleja, y no ser un mero hecho casual? ¿Y de ser un homicido... era el mismo de hace 5 años?
Seguía lloviendo intensamente... estaba parado, observando el edificio. Miré el reloj; eran las 19:30hs... decidí caminar un poco
-Es raro... es demasiado oscuro para esta hora...-dije, y seguí caminando
A medida que más caminaba, con cada paso, podía notar que se oscurecía más todo... los edificios parecían deformarse... no había casi personas caminando por la calle, ni automóviles. El silencio era sepulcral... ni siquiera el viento parecía soplar. Así estuve un rato, hasta que mis mal trechos pasos me llevaron a un callejón oscuro.
-...esto no estaba aquí...¿qué ocurre?-mirando fijo, noté que el callejón terminaba en una pared verde, con una puerta oxidada. Por alguna razón, decidí abrir la puerta, sin tratar de cuestionar el por qué de mis acciones.
Hallé escaleras detrás de la puerta, que parecían subir un largo trecho. Decidí subir por ellas... las escaleras seguían subiendo, y no parecían terminar... miré mi reloj, y noté que seguían siendo las 19:30hs... la hora no había cambiado. ''Relojes inútiles'' exclamé, y seguí subiendo. Una nueva puerta yacía frente a mi, también oxidada, pero esta puerta era diferente, parecía inumtable, indestructible. Opté por tratar abrirla... la puerta cedió con facilidad... y así entré en un cuarto que parecía una especie de cubo, todo de negro, con una mesa en el centro, y dos sillas. Por alguna extraña razón, opté por sentarme, acaso, ¿esperando algo?
-Qué está sucediendo...
-Nada muy raro-dijo una voz que parecía provenir de la misma oscuridad del cubo
-¿Quién habla?-pregunté, preparando mi revólver, por si acaso.
-Por favor, con calma, no hay razón para discutir de esta manera-volvió a responder la misma oscuridad. De golpe, del lado opuesto al que entré, una figura se acercó a la mesa, y se sentó. Si bien no había mucha luz, pude distinguirla adecuadamente... se trataba de una persona alta, de traje negro, pelo largo suelto, y una máscara en su rostro, que parecía estar dividida en tres caras bien separados, cada uno expresando un estado de ánimo distinto; la izquierda(las dirección respecto a la figura), mostraba una sonrisa exagerada perversa, la de su derecha, una mueca triste ridícula, con una lágrima dibujada en su ojo derecho, y la del medio... una expresión ''normal'', o acaso, algo entre las otras dos.
-¿Dónde estoy?
-Eso es irrevelante... decime tu nombre... vamos, no hay nada que ocultar.
-Pablo Schauld...-dije, acaso, sin pensar. No pude no responder, ni siquiera pensé en en mentir. Algo me hizo responder casi mecánicamente la pregunta...
-Seré concreto... buscamos lo mismo... y es terminar con estos crímenes. Vos sabés que no es el primero de este estilo...
-Si, hace 5 años... ¿pero por qué? ¿cómo sabe de esto? ¿cuál es su interés?-dije. El extraño parecía saber del tema, algo que pocos conocían. Pero si podía brindar ayuda... podía escuchar.
-Es irrevelante... entonces... ¿estás dispuesto a ayudarme a terminar con esto?-dijo, girando su cabeza, creando el efecto casi de que su cabeza rotara... esperando acaso mi respuesta
-...muy bien... ¿cómo se supone que me ayudará?-dije, sin pensarlo mucho. Era muy importante esto para mi, así que apenas dudé.
-Bien... aceptaste...-dijo, largando una pequeña carcajada-entonces, acá tenés-dijo, y me alcanzó un papel con 13 nombres, y algunos números.
-¿Qué es esto...?-dije, frente al papel.
-Las próximas 13 víctimas... con la fecha exacta de su muerte ... y ordenaditas. Fijate si podés atraparlo con eso...
-¿Cómo sabe las próximas víctimas?-pregunté, irritado. Esto parecía ridículo-¿y cuándo van a morir?
-Pablo... hay pocas cosas que no se... bueno, ¿es un poco tarde, no?-dijo, y la campana de un reloj, que no había notado, que colgaba de una de las paredes del cubo, empezó a sonar repetidamente. Marcaba las 19:30... miré mi reloj, y permanecía en la misma hora.-será mejor que te vayas por ahora... espero volverte a ver pronto. Ah, me olvidaba... mi nombre es Aleph.
-Un momento... pero esto...ahhh...-un fuerte dolor de cabeza me atacó, cayendo al piso. No podía resistirlo.
-Nos vemos pronto...-dijo, observándome de manera que los tres rostros de su máscara me miraban fijo.
Todo se hacía más oscuro... nada veía... imágenes difusas vi... aquella escena de hace 5 años... pero nada claro. De golpe, me vi parado, en el mismo lugar que yacía, fuera del edificio, con la nota con las víctimas. Miré, seguía lloviendo. Mi reloj continuaba marcando las 19:30... pero algo pasó... el encuentro y todo... el papel que ahora tenía en mis manos y los nombres, fechas, lugares, y horas escritos... no pudo ser mi imaginación.
Opté por tomar un taxi, y leer en el viaje la lista...

Bueno, este fue el prólogo... espero que hayan podido leerlo... no se cómo surgió esto... Bueno, espero que se copen, y pongan sus propias historias. Saludos.

PD: el título del thread, obra de Agustín.
Edit 1:releí todo, y traté de hacer algunos cambios, no argumentales, sino en lo referente a la escritura(no se si conseguí bien mi meta). Gracias por los consejos yossa, voy a tratar de seguirlos más.

Capítulo I: el otro lado

Las fechas y horas de las víctimas parecían distribuirse aleatoriamente, sin sentido. No sabía por qué confiaba ciegamente en esta lista... pero eso no importaba. No perdería nada, salvo tiempo valioso.
Tenía que trabajar solo, hasta que fuera necesario lo contrario, y pedir ayuda. Aunque no era mi estilo... hoy era martes, las 4:15am, y según la lista, dentro de unos 20 minutos, en este hotel, moriría el próximo... era un hombre de 34 años, Andrew Sabyan. Médico, sin muchas distinciones, trabajaba en algún hospital lejano, y ahora se hallaba para una conferencia. Traté de relacionarlo con el empresario pero no pude concluir nada.
-4:20am... esto es muy lento-dije, en voz alta, parado cerca del cuarto, esperando a la llegada de Sabyan.
-¿Disculpe, sucede algo?-dijo una mujer que se hallaba pasando por el hotel. Naturalmente, me llamó la atención a estas horas-veo que hace rato que se al´la ahi parado.
-No. Me siento cómodo. No se preocupe, pagué mi habitación. Tan solo estoy esperando al hombre que ocupa la -dije, tratando de sacarme de encima su presencia.
-¿Pero a esta hora? ¿No es demasiado tarde? Perdón, lo estoy molestando-dijo, delicadamente-espero que lo encuentre.
-Muchas gracias por su servicio-le respondí a la empleada del hotel. Con un ademán, se retiró nuevamente. Era llamativo a esta hora... pero ya nada me parecía inverosímil. Sin embargo, de ella, sus claros y profundos ojos me llamaron la atención. Si bien de un tenue y delicado azul, parecían marcar un profundo vacío. Decidí no pensar tanto, y miré el reloj- 4:34... ya debería pasar algo.
En el instante, noté un hombre llegar. Le incomodó mi presencia, pero luego, tras aceptarla, empezó a abrir el cuarto. Este debía ser el tal Sabyan.
-Disculpe, señor, no debe entrar-dije, fríamente.
-¿Qué? ¿no ve la hora? tengo sueño. No moleste-me dijo agresivamente.
-No, no entiende usted. Su vida corre peligro si entra. Por favor, quédese aquí-dije, de nuevo de la misma manera.
-Por favor, no moleste más, o llamo a la gente del hotel. Ahora, por favor...-dijo, para abrir el cuarto. Rápidamente, cerró del otro lado la puerta con llave, dejándome fuera.
-...tendré que entrar de alguna manera...-dije, irritado. Miré mi reloj... las 4:35... en ese instante, sin pensar, traté de abrir la puerta cerrada. Para mi sorpresa, la misma cedió, sin intentos...-esto es raro... escuché la puerta cómo se cerraba con llave-dije, y entré al cuarto.
No había nada raro. La cama, una ventana cerrada, algunos muebles, un baño, pero ningún rastro de Sabyan. Investigué un poco, pero no pude encontrar nada significativo, ni rastros del hombre.
-Esto es extraño... no pudo haber desaparecido-dije, en voz alta. Resignado, me decidí a salir, por la misma puerta que entré. La puerta cedió, pero no dio al pasillo del hotel. Ahora, daba a un corredor largo, de paredes gruesas. El recorrido era lineal, y oscuro. No había puertas, tan solo un largo camino.
-¿y esto...? ¿cómo es posible...?-dije, caminando.
Mi reloj decía lo contrario pero sentí que caminaba por varios minutos por una recta infinita. Tratando de olvidar esa sensación seguir esa sensación seguí adelante hasta llegar a una puerta.
-Otra puerta... me pregunto dónde dará esta...-dije, nuevamente girando el picaporte.
La puerta daba al mismo cuarto. Sorprendido, noté la milimétrica exactitud. Pero más noté... el tal Sabyan, se hallaba parado, mirando fijo el techo.
-Usted de vuelta... ¿por qué no se fue?-dijo, con desagrado, acaso, no impresionado por mi presencia.
-Usted corre peligro... alguien trata de matarlo. Por favor si me permite...-dije, mirando todo, buscando alguna señal de peligro.
-¿Corro peligro...?-dijo, largando una carcajada-¿no lo ve? no hay manera de evitarlo... tan solo, hay que esperar. Usted no tiene nada que hacer aquí. ¡Váyase!
-Basta, permítame sacarlo de aquí-dije, tratando de abrir la puerta del cuarto. Pero ahora la puerta no se abría. Parecía haberse cerrado, como si formara parte de la parde ahora-¿qué? ¿cómo es...?
En ese momento, caí al piso. No podía evitar sentir el dolor de cabeza. Un dolor que parecía cubrir todo el cráneo. Las imágenes se me mezclaban... un cuarto... un muerto... unos 5 años atrás y una música... una orquesta...
-La música...-dijo Sabyan, frente al sonido que empezó a escucharse-ha empezado... ¡ahhh!-gritó, cayendo de golpe al piso, de rodillas. Con esfuerzo, trataba yo de ver qué ocurría con Sabyan. Él estaba gritando, temblando, tomando su cabeza entre sus manos, llorando... y la música orquestal, que invadía el cuarto ahora, resonaba. Sabyan parecía no soportarla... aunque para mi era bella, y le ponía atención...-¡¿por qué?! no... no merezco esto... aún después de...-y siguió gritando.
-No... no puedo permitir esto... no...-decía, esforzándome para levantarme, en contra de lo que mi cuerpo parecía dictaminar. Pero conseguí levantarme, y como pude, me acerqué a Sabyan. Lo tomé de los hombros, tratando de hacerlo entrar en razón, tratando yo de poder manejar mi cuerpo, que se sentía pesado-¡entre en razón! ¡no ocurre nada!-dije, acaso, mintiendo.
-¡Nooo...! ¡Ya están aquí...! ¡Ahhhhh...!-gritó, un último grito, y murió. Su corazón había dejado de latir, cayendo el cuerpo sobre una silla. En ese momento, esa carga sobre mi, se me alivió ligeramente, pero aún sentía el aire pesado.
-No lo pude evitar... pero estuve aquí... y no hubo asesino ni nada... ¿cómo es posible? Y la hora... siguen siendo las 4:35.
-Deje de mirar la hora-dijo una voz. Me giré, y noté que alguien más había entrado al cuarto-detesto esa obsesión por el tiempo. Deje el reloj.
-¿Quién es usted? ¿Cómo llegó aquí?
-¿Quién soy?-dijo, con desprecio. El hombre era medianamente alto, de barba, con algún saco marrón. Su mirada estaba perdida, mirando los alrededores-no soy nadie. Solo vengo a cumplir mi trabajo.
-No se qué hace aquí... pero será mejor que se retire-dije, preparándome para sacar mi revólver. Noté que la situación se ponía aún peor. Aún la música resonaba.
-Para avanzar... necesita conocer mejor el otro lado. Así no entenderá nada. He venido a ayudarlo-dijo, sacando un revólver. Frente a su reacción, traté de sacar mi arma, pero no podía. Mi brazo no respondía, mi cuerpo parecía haberse vuelto de piedra-ni lo intente. Solo durará unos segundos.
Efectuó el hombre un disparo. El disparo atravesó mi pecho. No podía moverme... pero sentía el ardor del disparo, acaso, la sangre brotando. Caí de rodillas, sin poder elegir. Mis labios no respondían; había quedado mudo.
-Esta es la manera de conocer mejor las cosas, Pablo. Sino, poco entenderá usted esto-dijo. Mis oídos ya no distinguían sonido, mi visión se nublaba-mi nombre es Brohemius. Nos vemos del otro lado-dijo, guardando su revólver, y retirándose del cuarto.
Caí al piso. No podía moverme... apenas podía seguir viendo. Hice un poco de esfuerzo, para volver a ver el reloj. Seguía marcando las 4:35...
-''Maldito reloj... nunca servís para nada''
Sentí un intenso frío, y cerré los ojos.

Dominion

Though lovers be lost, love shall be not
and death shall have no dominion
Dylan Thomas

I like to call it a platonic non-romance, this thing that is happening with the ballerina. She’s nice, and sweet and so much like some former lovers, like all lovers. I like to call it little, naïve, unsure, I like to believe it’s a game.

It isn’t, of course. It’s not so little, or so naïve: we’re so perfectly aware of what’s involved, of what’s going on, and yet we choose to treat it as a game. She’ll come over and ask ”what does it mean to set the night on fire?”, and we’ll go out, see each other, make a special point of no getting to close, not hugging each other or kissing each other or flirting too much.

The ballerina is married, or is about to, I don’t know. Michael’s his name, and he seems like a nice man. I have nothing against him. He sounds a lot like me, specially because she sounds a lot like the first, older ballerina. I even feel the moral responsibility of explaining to her what no one explained the first ballerina, what I couldn’t tell her: that he’s not tired of her, but most likely is tired of her not realising he isn’t.

I’ve threatened (threatened is the word) to hug and kiss her more than once, and she gleefully agrees to treat this as such: threats. Today I did. I hugged her and kissed her and held her close for a while. She didn’t resist or fight or back away. She agreed with every move, she moved of her own accord. It was nice.

I spent the afternoon with her, alone in my room. I had the house for myself the whole afternoon, so we watched a movie, listened to some music and danced around in our underwear. Being so close to christmas, it gets dark only very late, and only at about nine she said she should go. I knew why I hadn’t done anything like this before: I knew that when the ballerina walked away, when she woke up, she would go and never come back again. We weren’t friends, we weren’t lovers: we weren’t. I was a sort of nightmare, one of those weird dreams that seem a little frightening, a little strange and fun, but you can look at them the way you look at a movie. It was a sort of nightmare she would try to awake from, now.

I knew all this, and yet I asked her to stay, for a while, just a while. She was lying in bed with her naked back to me and I leaned and kissed her shoulder. She wouldn’t turn around. She was sad, about to cry. I guessed she was sad because she felt she’d done something terrible to Michael, to herself, maybe even to me. ”You know”, I said, ”I just don’t get it. I know I feel the same, but I still don’t get it. It’s so nice, to have some one who can hug you, cuddle you, make you feel safe and warm. Out there, it’s death’s dominion: people are killing nuns and soldiers and burning churches, and when you find one place of solace, you are to go out again, forbidden to find another one.”

She turned around and she wasn’t sad anymore. ”Have you ever been on the worng end of it?”, she asked. ”Has anyone looked for another place of solace, when she had you for solace?”. I told her of the first ballerina. She had been with someone else once. I would have done the same, had the chance come up. I had even talked about it with her, we had agreed to it. When she told me, I found out I could be happy for her, if I tried. But she didn’t want me to try. She wanted me to ignore it, to toss it away as unimportant. When I tried to talk about it, she rejected me. When I tried to understand it, she said there was nothing to understand: I either felt happy for her or wanted to make her feel unhappy. I did the only thing I knew how to do: I agreed with a smile. Now she was going to get dressed, go out and not come back, and all I could think about was agreeing with a smile. She did turn around and kiss me one more time. ”I would have done anything for that woman, if she’d only made me feel like she wanted me too. Tell Michael, for me…” He was tall, blonde and far away from here. He could have been a thousand kilometers away for all I cared, but I wished he was here, too, that he could simply be happy for her the way I had tried to be for the first ballerina, that he’d succeed in what I had failed. ”Tell him you’re happy. It’s nice to have at least one small place to take shelter, even if it means not having any other. After all, war and rape and murder, they’re just a shot away”, and she was happy.

Capítulo II: el abismo

''¿Dónde estoy...?'' fueron las palabras que vinieron a mi cabeza. Desperté sentado en una pequeña silla. ''¿Qué pasó...?'' pensé, recordando el tiro que recibí. Sin embargo, no tenía señal alguno del mismo... ninguna marca, ninguna mancha, nada. Decidí pararme y caminar.
El cuarto parecía enorme, y vacío. Un aire enviciado se respiraba. En vez de paredes, había gruesos espejos que no reflejaban, y el techo no se divisaba. Caminé hasta toparme con un escritorio, sobre el cual yacía un libro abierto, y un cuerpo inanimado. Detrás del escritorio se hallaba un enorme espejo, de borde plateado y de , en el que veía proyectada mi imagen especular.
Olvidé el reflejo, y miré directamente el libro. Había unas palabras escritas con una caligrafía desprolija y pobre, algo reciente, que decían:
''¿qué es lo real? ¿qué es lo que no lo es? ¿la silla? ¿la mesa? ¿ese perro? ¿esa mujer que camina directo al espejo? ¿el espejo? ¿qué es lo que refleja el espejo? Solo se que debo romper el espejo...''
Poco sentido hallé al mensaje, pero inevitablemente volví a mirar el espejo. Ahora veía reflejado un extenso jardín bajo un cielo intenso, de color celeste. Una mujer parada en el centro del mismo, parecía contemplar el escenario. La mujer era alta, de cabello oscuro largo, y presentaba una bella asimetría en el color de los ojos, generado por un ojo derecho de celeste claro y un ojo izquierdo de verde intenso. Una suave brisa soplaba en el jardín, que sacudía delicadamente el pelo de la mujer.
-¿Qué estoy viendo? esto no es posible... ella...-dije, en voz alta, frente a la imagen
Pero la imagen cambió bruscamente, y el jardín ahora se hallaba incendiándose, el cielo ahora estaba teñido de un rojo oscuro, y la mujer seguía sentada, inmutable.
-¡No! ¡Victoria!-grité, sin poderme contener.
No quería ver más la imagen. Saqué el revólver, y me propuse a disparar al maldito espejo. Apunté y disparé. Pero el disparo no rompió el espejo, sino que ''lo atravesó'' y pasó a la imagen reflejada. Estaba perdiendo la calma. El tiro estaba en dirección a Victoria. Pegué un grito ahogado inútilmente; en la imagen el jardín seguía consumiéndose por el fuego, el cielo seguía teñido de rojo, y ahora Victoria yacía en el suelo.
-¡No! ¿¡por qué!? ¡¿por qué?!-gritaba, con intensidad.
Unos segundos pasaron, y el espejo se oscureció, y dejó de reflejar.
-Deje de gritar, por favor. Trataba de descansar un poco-respondió una voz frente a mis gritos. En ese instante, el cuerpo inanimado se movió, y se acomodó en la silla.
-¡¿Qué era ese espejo?! ¡¿qué reflejaba?!-continué gritando al reincorporado hombre. El individuo realmente parecía un muerto; vestía un traje gris, y era delgado y pálido al punto de precer un esqueleto. Su pelo parecía un trapo sucio, pegado a su cabeza.
-Cállese un poco. Se supone que es detective¿y no sabe mantener la calma? Disculpe, necesito preparar los papeles-dijo, con una voz fina y desafinada, tomando el libro del que leí el mensaje.
-Pero ese espejo... ¿qué era?
-¿El espejo? Quién sabe... cuando me miro en el, veo reflejado mis años de gloria, así que lo limpio constantemente. Eso es lo que veo. Disculpe, según tengo escrito, su nombre es Pablo Schaulder... ¿no? necesito corroborarlo.
-¿Perdón?
-Está escrito en el libro. Según veo, fue invitado por el señor Brohemius. Por favor, firme aquí, así terminamos con el papeleo rápido.
Me pareció todo una parodia... mi nombre escrito en un libro viejo, la imagen del espejo, y ese esqueleto... y ese tal Brohemius, era el nombre del que me disparó. Sin embargo, pensé que todo esto podía ser un sueño, o algo parecido, así que estaba dispuesto a terminarlo lo más rápidamente posible.
-¿Dónde tengo que firmar?
-Aquí mismo, por favor. Tome la lapicera.
Me alcanzó una pluma con la que procedí a firmar. Luego de hacer el garabato usual, se la devolví.
-Bien, muy bien. Tome esta tarjeta de socio. Esto le permitirá volver aquí si lo desea-dijo el esqueleto, alcanzándome una tarjeta, que apenas miré-ahora, disculpe, pero ya es tiempo de cerrar. Por favor, siéntese.
Me seguía pareciendo todo absurdo, así que decidí no hablar, y sentarme en la silla cercana al escritorio. En ese instante, el cuarto comenzó a temblar, y pareció que estaba bajando, como si fuera un ascensor todo el cuarto completo.
-¡¿Qué...?!
-Cálmese, ya estamos por llegar. Por favor, no olvide visitarnos de nuevo; El Abismo siempre está abierto. Su humilde servidor, Wilheim.
El cuarto/ascensor siguió descendiendo, hasta parar.